CARTES.- San Cipriano cumplió con la tradición, aunque pasado por agua

Los romeros cumplieron con la tradición y acompañaron al santo en su peregrinación a la ermita

A pesar de la lluvia cientos de personas participaron en una jornada festiva que contó con una nutrida presencia institucional

Los romeros cumplieron con la tradición y acompañaron ayer a San Cipriano en su peregrinación hasta la ermita a la que da nombre en la localidad de Cohicillos, en el municipio de Cartes. El tiempo respetó a los peregrinos durante la mañana, pero la amenaza constante de lluvia se materializó por la tarde. Aún así, al Santo no le faltó una numerosa escolta; romeros de toda edad, sexo y condición, igualados por el pañuelo al cuello, blusón y vara de avellano, como es menester en la romería montañesa por excelencia.
San Cipriano demostró ayer su fuerte capacidad de convocatoria, porque ni la lluvia ni la dura subida, tal y como estaban las cosas, impidieron que centenares de personas, fieles a la tradición, se ataviaran con el traje regional y disfrutaran de una jornada que trasciende a lo festivo y recrea y actualiza la tradición de lo que fueron las romerías montañesas.

Durante la subida del santo a hombros de los peregrinos el tiempo respetó, pero, por si acaso, un vehículo de Protección Civil escoltó la imagen para 'resguardarla' en caso de que la lluvia fuera a más. 

La escolta se nutrió con un notable apoyo institucional, una amplia representación de todos los estamentos sociales, culturales y políticos de la región. Entre ellos, el presidente del Gobierno de Cantabria, Ignacio Diego, y el secretario general del PRC, Miguel Ángel Revilla. Les acompañaron al alcalde de la villa anfitriona, Bernardo Berrio, y casi todos los concejales del Ayuntamiento. Engrosando esa nutrida presencia, acudieron varios diputados cántabros, representantes regionales y locales de todos los partidos y alcaldes de toda la comarca, como por ejemplo el de Torrelavega (ahora fiel devoto), el de Reocín (a quien hacía muchos, muchos años no se le veía por estos lares), de Cabezón de la Sal (extrañó por atípico  su presencia),  el de Polanco (absoluta novedad en estas fiestas y con una imagen fuera de sitio), el de Mazcuerras, el de Alfoz de Lloredo, o el de Santillana del Mar (que acude cada año a la fiesta).

Muchos y de todas las edades fueron los romeros que aguantaron la dura subida, algunos llegados desde Torrelavega, otros de Los Corrales de Buelna, Cabezón de la Sal o Puente San Miguel.

Quizá por el reto que supuso el tiempo, nadie se fue de la pradera de San Cipriano sin haber probado la fresca agua de una fuente que ayer volvió a cumplir con la tradición de dar de beber a los romeros. Los 12 caños a pleno rendimiento y no daban a basto.

Como siempre, fue parada imprescindible y alivio para las miles de personas que peregrinaron durante la jornada desde Cohicillos. Se bebió de la fuente y, cada cual como pudo, al final de la jornada, colgó de la rama de avellano las famosas rosquillas de San Cipriano.

Durante la Santa Misa y el baile al Santo el día aguantó. A partir de ahí, aunque suave, apareció la lluvia y por la tarde algún chaparrón. Una vez solos, otras acompañados, los romeros cantaron las canciones de siempre, a veces al son de varias parejas de piteros que amenizaron una multitudinaria, en definitiva, jornada festiva.

Y así, entre comida de campo, los menos y más valientes, botas de buen vino y cánticos de la tierra, durante la mañana más que por la tarde, se dio forma a una de las más bellas Fiesta de Interés Turístico Regional, calificativo que lleva a gala desde hace ya muchos años, aspirando a algo más.

LO NEGATIVO

En determinadas ocasiones en pequeños municipios hay grandes fiestas que requieren de una organización bien estructurada como es la del servicio de los bares que se instalan en verbenas y en romerías.

En el caso de las grandes fiestas de San Cipriano en Cohicillos, el caciquismo desmesurado, la falta de negociación con los colectivos juveniles y vecinales del pueblo y las ganas de "llenar caja" han hecho que los bares dieran un servicio pésimo a los cientos de romeros que se congregaban en la plaza del pueblo.

Se quedaban sin bebida, sin vasos, apenas había gente para atender el bar, únicamente "los niños de Angüren ", atendiendo además de muy malas formas a toda esa gente que allí se congregaba, haciendo así un flaco favor al prestigio que esas romerías tienen en toda Cantabria. 

Tal es el punto de la falta de organización, que tuvieron que entrar a echar una mano vecinos del pueblo, algunos de ellos profesionales de la hostelería.

Pero es lo que pasa cuando se hacen las cosas sin ilusión, buscando sin duda algun otro tipo de intereses.

Por cierto; la "niña"" de Angüren  y algún amigo, se mostraron agresivos y amenazadores (hay testigos), hacia una persona, a quien le llegaron a decir que "ten cuidado con lo que escribes que podemos romperte las piernas", todo ello por lo publicado en este Blogger de El Tabano, aunque equivocados en el tiro.

Es una lástima que una jovencita se involucre tanto en defensa de su madre, quizás al sentirse culpables todos ellos de lo que se dice aquí y sobre lo que opinan sus vecinos de ellos, pero si hay algo de cierto que rectifiquen y si no mejor que se callen, pues cuando una persona es de la rosa izquierda y luego del capullo derecho, poca seriedad y garantías puede ofrecer ante nadie.

Otro dato negativo sigue siendo la presencia de tantos políticos, que no sienten a San Cipriano, ni están a la altura del resto de los romeros; acuden a la pradera en traje, corbata y zapatos como para pasear por el Chiqui. Adermás no comen bocadillo y sólo beben agua de la fuente para la foto. 

Diego y Revilla, apenas llegado el Santo a la Ermita salieron escopetados para atender otros compromisos y con ellos la mayoría de los políticos y sopla gaitas que les acompañan, algo que por otro lado es de agradecer, pues a partír de ahí se respiraba otro aire más puro y limpio en la pradera.

Por cierto los pocos políticos del PP y PRC que quedaron, así como sus amigos y lanveculos del alma, comieron paella encargada para la ocasión, dado que lo del bocadillo es sólo para las gentes humildes y sencillas.