Ayer, y no es la primera vez, Diego se 'vistió' de militante del PP y olvidó su condición de presidente de Cantabria para entrar en el debate partidista
Ni improvisación ni calentones. El presidente de Cantabria lleva todos sus discurso escritos y procede a leerles sin saltarse ni una coma. Por ello el ataque lanzado ayer, delante de las autoridades académicas, del ministro de Educación, Ángel Gabilondo, el rector de la Universidad de Cantabria, y el Príncipe de Asturias, contra el proyecto Comillas o la acusación de electoralismo a los que denuncian los recortes en educación que están llevando a cabo los gobiernos del PP, no fueron improvisados o casuales. Especial gravedad revisten sus dudas sobre la viabilidad del Campus Comillas, que parecen dictadas por su afán por desacreditar todo la labor realizada por el anterior gobierno a lo largo de los últimos 8 años.
Diego lleva tres meses intentando por todos los medios establecer un antes y un después de su elección como presidente de Cantabria. El antes era la nada, o en el mejor de los casos, el caos, mientras que desde el 22-M, con la mayoría absoluta obtenida por el PP en las urnas, comienza una nueva era. En esa interpretación mesiánica sobra todos lo anterior que vienen intentado descalificar y en muchos casos anulas lisa y llanamente. Lo intentó con el concurso eólico y el Plan Energético Regional y las grandes empresas del sector de las renovables se lo impidieron. Y lo intentó con el Campus Comillas, empezando por 'cargarse' la sede española de Colegios del Mundo Unido. También en este caso la presión de grandes empresarios, patronos de la Fundación, y el entorno de la Casa Real, implicada en el proyecto le torcieron la mano al presidente Diego. Su respuesta desde entonces ha sido desprestigiar el proyecto o proponer cambios en un plan pedagógico que como el de Colegios del Mundo Unido tiene 50 años de experiencia a sus espaldas.
Ayer Diego insistía en su animadversión a Comillas -en su día calificó el proyecto de "humo", aunque recientemente ante el Rey don Juan Carlos lo puso como objetivo de legislatura- sin reparar en el daño de imagen que con ello provoca al Centro de enseñanza del español. En su discurso ante la plana mayor de la Universidad de Cantabria, el presidente regional se refirió al Campus Comillas como un proyecto que es "difícil" que pueda subsistir, "con la vitalidad que exigen la inversión realizada y las expectativas creadas", girando solo en torno a la enseñanza del español. "Es una responsabilidad de buen gobierno asegurar que las inversiones y el gasto corriente estén en relación con los objetivos alcanzados", ha añadido.
Diego apuesta porque el proyecto Comillas sea una parte activa en el proceso de cooperación institucional con los países iberoamericanos, aprovechando el excelente comienzo, dijo, que supone el desarrollo del Espacio Iberoamericano del Conocimiento, que ha puesto en marcha la UC con el apoyo del Banco Santander. El presidente ignora que desde el primer momento una de las líneas de trabajo de la Fundación Comillas está dirigida precisamente a Iberoamérica, y que en el proyecto Comillas participan activamente la Universidad de Cantabria y el Santander.
DENUNCIA ELECTORALISMO
El presidente Diego, o quien le redacte sus discursos, no parece haber interiorizado que en determinados actos representa a la primera autoridad del Estado, a todos los cántaros, y no a los militantes del PP. Ayer, y no es la primera vez, Diego se vistió de militante partidista y olvidó su condición de presidente de Cantabria, para entrar en el debate en torno a la educación en España. Diego considera que dicho debate está "teñido de electoralismo", y denostó las "imprudentes manifestaciones" efectuadas por personas del mundo educativo en las que se apunta a que los recortes que sufren las universidades son fruto de la falta de visión estratégica de las administraciones públicas. Defendía así la política de recortes practicada por los Gobiernos del PP y que ha movilizado a miles de profesores en toda España.
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