jueves, 9 de junio de 2011

CANTABRIA: La corrupción política vuelve a escena

Quien lea hoy cualquiera de los periódicos regionales quedará estragado. La corrupción salpica al PP, al PSOE a Izquierda Unida y a los propios medios de comunicación. Todo un ejemplo de como uno puede forrarse con unos pocos concejales bisagra... Tampoco se libran de sospechas los sindicatos ni las patronales, ni nadie. El problema no se reduce a los cargos de elección, como cree mucha gente, sino que es una actitud social. Hay quien ejerce la corrupción y hay muchos otros que no lo hacen simplemente porque no pueden. Por supuesto que también están los incorruptibles, pero visto lo visto, parece que son los menos.

Semejante catarata de hechos infames puede dar la impresión de que estamos peor que nunca, pero en realidad estamos mejor que estábamos. Lo que ocurre es que ahora el resacón es de aúpa. La gran mayoría son producto de esa época en la que el dinero corría en España a raudales. Cuando uno se podía hacer rico con la mera recalificación de un terreno. Cuando se podía hacer una promoción de decenas de millones de euros sin tener dinero ni para comprar el suelo, porque todo lo ponían los bancos o las cajas. Cuando era un buen negocio comprar un equipo de fútbol para perder dinero con él. Cuando se sacaba más por vender las cuotas de leche que por las vacas. Cuando uno tenía que pagar por los intereses menos de lo que subía la inflación. Cuando el Gobierno te financiaba por invertir para crear empleo y, al mismo tiempo, por prejubilar. Cuando se cobraba por huertos solares que ni siquiera estaban montados...

La crisis ha acabado con muchas de esas sorprendentes paradojas y al desinflarse no sólo se han visto las debilidades de la economía sino también las humanas. Había demasiado chanchullos, demasiada despreocupación y demasiado descontrol con el dinero público. También con el privado, porque los márgenes eran amplios, como lo demuestra que la inmensa mayoría de las empresas españolas estén produciendo ahora a un precio más barato que hace cuatro años.

La denuncia del líder de un sindicato ganadero cántabro contra los anteriores gestores por malversación de fondos, la del secretario general de la CEOE contra su presidente, las sospechas en las contrataciones de las empresas públicas, los alcaldes que están visitando los banquillos estos días, los cursos de formación que se pagan pero no se dan, las 600 viviendas con orden de derribo, la incapacidad del Gobierno y de los ayuntamientos para sacar adelante un solo plan general... En un ámbito tan pequeño como Cantabria hay centenares de agujeros negros y la mayor parte de ellos están heredados de esa época en que había mucho dinero y poco control, porque la justicia siempre llega con retraso y en el caso de España con mucho retraso.

Empezamos a juzgar una época y, aún a sabiendas de lo chanchullera que era, todo el mundo ansía su vuelta. No estaría de más que, para el día que en llegue –que se hará esperar– hayamos puesto unos controles de higiene pública mucho más eficaces, para evitar que el urbanismo siga en manos de alcaldes demasiado listos, que las inspecciones de los cursos de formación profesional se hagan cuando se hacen, que cuando los docentes universitarios falten a clase ni siquiera se sientan obligados a disculparse con sus alumnos, que los sanitarios tengan unas tasas de absentismo por enfermedad al menos parecidas al resto de los mortales, que las subvenciones públicas no lleguen solo a los cazadores de ayudas, que los clubes de fútbol no paguen cantidades estratosféricas con la complacencia general o que los ejecutivos de empresas cotizadas no puedan fijarse sus salarios con absoluto desprecio hacia lo que puedan pensar sus accionistas. No será fácil conseguirlo, porque nada de esto figuró en ningún programa electoral.

También habría que hablar de la corrupción de los periodistas y medios. Ay, cuantos chantajes sibilinos para obtener unas páginas de publicidad, o unas concesiones de emisoras. ¿O es que alguien se ha creído siempre que los periodistas que se asoman al púlpito, están por encima de todo y de todos?. 
Error, cuanto error...


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